Autor:
Vitalie Mindru
Introducción
El tema de la salvación
es el tema central de la Biblia. Para explicar el proceso de la salvación la Biblia
usa diferentes términos. Entre los términos que se usan, es el de la
justificación.
El presente trabajo es
un análisis bíblico de la justificación. El análisis se limita sobre todo a los
libros del apóstol Pablo; Gálatas y Romanos y la epístola de Santiago. Los
objetivos principales del trabajo son; presentar de manera general lo que la
Biblia enseña sobre la justificación, analizar la posición de Pablo y Santiago
con respecto a la justificación y ver las diferencias entre los dos. Y al
final, analizar la relación que hay entre la fe y las obras en el proceso de la
salvación.
I.
La salvación y la justificación en el NT
En este capítulo se explica
el concepto de la justificación y se presenta de manera general el concepto de
la justificación en el I siglo d. C. tanto desde el punto de vista del
judaísmo, como del punto de vista del Nuevo Testamento.
1. El
concepto de la justificación
La justificación está
relacionada con el tema del pecado, el tema de la ley y está dentro de un tema
más grande que es la salvación. Sin adelantarnos mucho podemos decir que la
salvación requiere la justificación del pecador.
Una de las definiciones
del pecado que encontramos en la Biblia es, la transgresión de la ley (1Jn 3:4),
es decir estar alejado o en contra de la voluntad de Dios. Debido a su
naturaleza pecaminosa, el pecador se encuentra en un estado de culpabilidad, de
condenación. (Ro 6:23). Para poder salvar al pecador, Dios necesita
justificarlo para ser consecuente con su voluntad que es expresada en su Ley.
En el NT la
justificación se presenta como algo que viene de Dios y se le imputa al hombre.
Pablo lo explica de la siguiente manera: por
cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, y son
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que hay en
Cristo Jesús. (Ro 3: 23,24)
Según el Diccionario de
Teología de Harrison, justificar (dikaio) es “pronunciar, aceptar y tratar como justo”, como no sujeto a castigo
y con derecho a todos los privilegios que se les debe a aquellos que han
guardado la ley…, es un término forense, que denota un acto judicial en el que
se administra la ley – en este caso por medio de declarar un veredicto de absolución,
y de esta forma, excluyendo toda posibilidad de condenación. Así, la justificación
establece el estado legal de la persona justificada.[1]
2. La
justificación en el I siglo d.C.
La lectura del NT
presenta una religión judía que se caracterizaba por un fuerte enfoque puesto
en la observancia de la Ley, muchos judíos vivían la vida religiosa de manera muy
legalista. El estudio del contexto histórico del judaísmo del I siglo d. C.
explica cómo se llegó a esta situación.
Debido a la
incredulidad y a la apostasía, Dios permitió que los habitantes de Judea fueron
llevados a la cautividad babilónica en el VI siglo a. C. En medio del
sufrimiento y de la servidumbre, el pueblo comprendió que el castigo era
consecuencia de la desobediencia. Poco a poco se propusieron a ser más
estrictos con la observancia de las leyes de Dios.
Otro evento importante en
la vida del pueblo judío ha sido el intento del emperador sirio Antíoco Epífanes
de helenizar a los judíos en el II siglo a. C., prohibiéndoles los elementos básicos
de su religión, los servicios en el Templo, guardar el sábado, la circuncisión.
Como reacción a esto, se levantaron muchos a luchar para preservar la identidad
nacional-religiosa. Poco a poco la observancia de la Torá se ha convertido en
el centro de la religión judía.
El profesor Badenas
explica esta situación del judaísmo de la siguiente manera:
La excesiva exaltación de Moisés
y la Ley entre el retorno del exilio y la época de Jesús, nos permite entender
ciertas reacciones del NT. Con el paso del tiempo, bajo la influencia farisea,
la tradición oral sacraliza y da fuerza legal a un acervo de preceptos
añadidos, acumulando clausulas y excepciones a una casuística cuya complicada
observancia acaba oscureciendo la noción de salvación con importantes
consecuencias en la percepción de la religión.
… se comienza a considerar el
conjunto de la revelación como un código más que como un ideario. Esforzándose
mas por “guardar” la Ley que por “andar” en ella, los fariseos fomentan, sin
quererlo, el paso del “nomismo” al legalismo.[2]
Los evangelios
presentan el rechazo por parte de Jesús de esta actitud legalista extrema, que
chocaba con la oferta salvífica de Cristo. El conflicto era entre el concepto
judío de la salvación a través de las obras de la Ley y la salvación que
ofrecía Jesús, como un don gratuito por parte de Dios. La justificación era
comprendida como algo que se ganaba por la observancia de la Ley.
El
fariseísmo buscaba a través de “la santificación de las obras” y por el camino
del ejercicio de la voluntad lo que el NT atribuye al resultado de la obra del
Espíritu Santo. La diferencia reside en poner el énfasis en la voluntad humana o en la acción divina.
Porque todo puede vivirse de forma legalista o de un modo espiritual.[3]
II.
La justificación en los escritos de
Pablo
La argumentación de
Pablo sobre la justificación se debe analizar en el contexto de la lucha que el
apóstol tiene contra los así llamados
“judaizantes”. Es decir contra un concepto de justificación basado en el
esfuerzo humano, la justificación que el hombre puede ganar por sus méritos.
Por motivos que vamos a considerar en este capítulo, Pablo está en total
desacuerdo con la posición judaica del I siglo, sobre la justificación.
1. La
justificación en Gálatas
La epístola del apóstol
Pablo a Gálatas fue escrita lo más probable a finales del año 57, y a los
Romanos poco después en 58 d. C. Los argumentos que presenta en Gálatas en
cuanto a la justificación por la fe, las va a desarrollar más en Romanos.
Como se mencionó
anteriormente el tema de la justificación en Gálatas debe analizarse a la luz
del conflicto que el apóstol tenía con los judaizantes. Los judaizantes (llamados falsos hermanos Gal 2:4) de la
región de Galacia enseñaban que los gentiles debían someterse al rito de la
circuncisión para poder salvarse. Sabiendo que esto iba en contra del mensaje
del Evangelio, Pablo escribió a los gálatas advirtiéndole sobre el error. En su
carta él presenta su tesis sobre la justificación por la fe.
En Gal 2:15-21,
confrontando a Pedro por una conducta farisaica, el apóstol dice que el hombre no es justificado por las obras de
la Ley, sino por la fe de Jesucristo, por cuanto por las obras de la Ley nadie será
justificado. En v. 21 llega a decir, pues
si por la Ley viniera la justicia, entonces en vano murió Cristo. En otras
palabras Cristo crucificado es nuestra justificación, la muerte sustitutoria de
Cristo es la esperanza de la salvación.
En capítulo 3, Pablo presenta el ejemplo de Abraham cuya
fe fue contada como justicia. Y dice que todos los que tienen fe son bendecidos
con el creyente Abraham (3:9). Luego en 3:21,22, el apóstol dice, si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida,
entonces sí que la justicia se basaría en la ley. (NVI) Pero la Escritura lo encerró todo
bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a
los creyentes.
El
apóstol argumenta que la justicia (justificación) no se basa en la Ley, porque
todos están bajo el pecado, es decir todos están excluidos de la promesa de
Dios. La Ley no hace más que enfatizar la pecaminosidad por lo cual cualquiera
está excluido. Entonces la promesa es ofrecida solamente por la fe en Jesucristo.
Luego él dice que no hay ninguna diferencia entre los judíos y los gentiles, y
que todos los que son de Cristo son descendientes de Abraham y herederos de la
promesa. (3:29) Todos tienen derechos iguales para la salvación.
En
capítulo 5, Pablo empieza diciendo que la circuncisión de nada aprovecha. Y
advierte a los que quieren ser justificados por la Ley de que esto conduce a la
separación de Cristo y la caída de la gracia. (5:4)
La
justificación por las obras de la Ley puede resultar atractiva para algunos,
tener méritos para con Dios es algo con que jactarse. Sin embargo Pablo muestra
la insensatez de este pensamiento, debido a que todos están bajo el pecado y la
condenación de la Ley. De esta situación se puede salvarse solamente si Dios
ofrece su propia justicia al pecador arrepentido, la justicia de Cristo. Esta
argumentación el apóstol la va a desarrollar más en la epístola a los Romanos.
2. La
justificación en Romanos
La más importante
argumentación del apóstol Pablo sobre la justificación está en su carta a los
Romanos. Para algunos la carta a los Romanos representa el colmo de la teología
paulina. El apóstol empieza afirmando que “los
que obedecen la Ley serán justificados” (Ro 2:12,13). La afirmación está en
el contexto de la comparación entre los judíos que tienen la Ley y los gentiles
que no la tienen.
En otras palabras el
apóstol les está diciendo a los judíos que ellos tienen la Ley (toda la
revelación de Dios especialmente los libros de Moisés) y si obedecen esta Ley
son justificados. Esta afirmación está en armonía con el concepto judaico sobre
la justificación.
Pero en el capítulo 3,
Pablo afirma que tanto judíos como
gentiles están bajo el pecado, y que no hay justo ni aun uno. (Ro 3:9,10)
En otras palabras en realidad nadie obedece la Ley, debido a que son incapaces
por culpa de la naturaleza pecaminosa. Concluye diciendo que por las obras de
la Ley ningún ser humano será justificado. (Ro 3:28)
A continuación el
apóstol presenta la justicia de Dios que es por medio de la fe en Jesucristo. Y
todos los que creen en Jesús son justificados gratuitamente y que no hay
ninguna diferencia entre los judíos y los gentiles. Esa justificación por la fe
es para todos. Como los judíos se vanagloriaban con su justicia, Pablo les dice
ya no hay ningún motivo para jactarse, porque son justificados gratuitamente
por su gracia. (Ro 3:24)
En el capítulo 4, Pablo
presenta el ejemplo de Abraham, diciendo que Abraham ha sido justificado por la
fe antes de ser circuncidado y luego recibió como señal exterior de su fe la
circuncisión.
Para los judíos el
padre Abraham tenía méritos delante de Dios, pero el apóstol argumenta con la
Biblia que esto no es así, sino que Abraham
creo a Dios y le fue contada esta fe por justicia. (Ro 4:3) El resumen lo
dicho en la primera parte del cap. 4 es: Abraham ha sido justificado por la fe
antes de recibir la circuncisión; los que no tienen la circuncisión pero creen
de manera cómo creyó Abraham también son justificados por la fe; la
circuncisión no tiene ningún valor meritorio.
Al final del capítulo
4, Pablo dice que Jesús fue entregado por
nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. (Ro 4:25)
En otras palabras Jesús resucitado es nuestra justificación.
La primera parte del
capítulo 5, sigue diciendo que el resultado de ser justificados, es que tenemos
paz con Dios, que somos salvos de la ira de Dios, la ira contra el pecado.
Luego el apóstol hace una comparación entre Adán y Cristo, diciendo entre otras
cosas que a través de Jesús vino la
justicia que produce vida. (Ro 5:18)
En el capítulo 6, el
apóstol dice, que aquel que ha muerto al
pecado, ha sido justificado del pecado. (Ro 6:7) y luego añade, libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia. (6:18)
En Ro 8:28-30, Pablo
afirma que tanto la justificación como la salvación, no ha sido una reacción de
Dios posterior al pecado, sino una decisión tomada mucho antes. Dios decidió
justificar y salvar en Jesús a todos los que él conoció de antemano.
En los capítulos 9-11,
Pablo trata varios temas: la situación de Israel, el remanente de Dios, y la
salvación para los judíos y para los gentiles.
En Ro 9: 30-33, Pablo
dice que los gentiles aunque no buscaban una justicia, han alcanzado la
justicia que es por la fe, en cambio Israel que buscaba una justicia
dependiendo de las obras de la Ley no alcanzo la justicia. Es decir todo el
esfuerzo para ser justificados, ha sido en vano. Incluso, Pablo hace una
relación entre ser justificado por fe y ser descendiente de Abraham. Es decir
si eres justificado por fe entonces eres descendiente de Abraham. (Ro 9:6,7)
Ro 10:3, es el
versículo más claro, donde Pablo explica muy bien en que consistió el fracaso
de Israel. Él dice de ellos que, ignorando
la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado
a la justicia de Dios. En Romanos, Pablo explica que la justicia que ellos
procuraban alcanzar es la justicia que se gana por las obras de la Ley, o por
la observancia de la Ley (no solamente los diez mandamientos, sino también toda
la legislación ceremonial, etc.). Para Pablo la justicia que ofrece Dios es la
justicia de Cristo que se recibe por la fe.
En Ro 10:4, Pablo
concluye otra vez diciendo que la
finalidad, (el propósito) de la Ley es conducirnos a Cristo para la
justificación de todo aquel cree. En otras palabras no es la Ley lo que
justifica sino Cristo.
En Filipenses capítulo
3, el apóstol Pablo habla de su experiencia pasada de fariseo legalista, de cómo
renuncio a su justificación que era a través de las obras y como acepto la
justificación por la fe en Cristo Jesús.
III.
La justificación en Santiago
La epístola de Santiago
es una epístola más bien pastoral, con muchas advertencias y consejos prácticos
para la vida del creyente. Santiago es más práctico que teórico. A él le
preocupa como los creyentes viven diariamente su fe. Entre otros temas, trata
también el tema de la justificación y de las obras.
La argumentación de
Santiago con respecto a la justificación, se desarrolla en torno a la fe y las
obras.
En 2:14, él pregunta ¿de que aprovechará si alguno dice que tiene
fe y no tiene obras? ¿Podría esta fe salvarlo? luego presenta el ejemplo de
unos hermanos necesitados a los no se les ayuda en sus necesidades, simplemente
son despedidos en paz. Santiago da a entender que esto no sirve de nada. Y
concluye en el v. 17, la fe si no tiene
obras está completamente muerta.
En v. 18, él invita al
lector a mostrarle una fe sin obras diciendo que tal cosa es imposible. Los
demonios también creen, pero esto no les sirve ya para nada. Vuelve a repetir
por segunda vez que la fe sin obras es
muerta.
Santiago está en contra
de una pretensión de fe, una fe meramente intelectual. A Santiago le interesa
una fe práctica una fe que produce frutos, una fe que es activa se puede ver a
través de obras.
Desde el v. 21, Santiago ofrece como ejemplo a
Abraham, diciendo que Abraham fue
justificado por obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar y pregunta ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras y que la
fe se perfeccionó por las obras?
El versículo 24, es el más
difícil, llega a decir, Vosotros veis,
pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe.
A primera vista parece que Santiago está contradiciendo a Pablo, quien dijo que
la justificación es por la fe. Sin embargo si tomamos en cuenta el contexto de
la afirmación las cosas son diferentes. Él está hablando en contra de una fe
muerta, pero la fe de Abraham no era muerta sino era viva, se puso en
movimiento. Es decir Abraham actuó con fe cuando obedeció el orden divino. Es
interesante que Santiago igual que Pablo da como ejemplo a Abraham para afirmar
que el hombre es justificado también por las obras. Aunque vamos a ver que los
dos hablan de momentos diferentes de la vida de Abraham.
El segundo ejemplo que ofrece
Santiago, es el de Rahab, cuando oculto a los espías. Ella también actuó movida
por la fe y en base a esta obra (ocultar a los espías) fue justificada. Al
final en el v. 26, él vuelve a repetir por tercera vez la advertencia de que la fe sin obras está muerta.
Sin adelantarnos mucho en hacer
comparaciones entre Santiago y Pablo se puede decir que Santiago está hablando
en contra de algunos que pretendían tener fe pero no tenían frutos. Santiago
les advierte que esta fe no le sirve para nada.
IV.
La armonía entre la fe y las obras
Muchos cristianos creen
que hay una contradicción, un conflicto entre fe y obras, entre la gracia y la
ley. Son dos cosas que se oponen y son divergentes. Se aferran solamente a la
fe y asocian las obras con el legalismo.
El presente capitulo va
a tratar el tema de la relación que hay entre la fe y las obras. Haciendo
también una comparación entre Pablo y Santiago.
1. Una
contradicción aparente
Hemos visto
anteriormente que tanto Pablo como Santiago al argumentar sobre la
justificación dan como ejemplo a Abraham. Sin embargo los dos toman diferentes
momentos de la vida de Abraham. Pablo dice que Abraham fue justificado por la
fe cuando acepto y creyó la promesa que Dios le hizo. (Ro 4:3) Pablo cita el
pasaje de Génesis 15:6. Por otro lado Santiago se refiere a otro momento de la
vida de Abraham cuando este ofreció a su hijo como sacrificio. (Gn 22). En
aquel momento Abraham ya había sido considerado justo. Su obra de ofrecer a
Isaac es de una persona que fue justificada por la fe.
El exegeta Robertson comenta
de la siguiente manera el pasaje de Santiago. No se trata de por fe u obras, sino de la prueba de la fe verdadera (fe
viva contra fe muerta). La mera profesión de fe sin obras, o una profesión de
fe evidenciada viva mediante obras. Esta es la alternativa claramente expuesta.
Jacob no está aquí considerando “obras” (obras ceremoniales) como medio de
salvación, como Pablo en Gálatas 3 y Romanos 4, sino las obras como prueba de
la fe.[4]
Los autores de la
Biblia Comentada consideran que “Santiago
no trata de pecadores que se justifican por la fe (como Pablo en Rom 4) sino de
cristianos, cuyo cristianismo (o fe) debe mostrarse activo por medio de las
obras. Tampoco Santiago trata de las obras de qué trata Pablo, principalmente
cuando las contrapone a la fe (las obras de la ley ceremonial, especialmente
ritos purificatorios), sino que trata de las obras, que son el cumplimiento de
los mandamientos morales, ante todo del amor y de misericordia.”[5]
La
afirmación de Santiago de que los cristianos son justificados por obras no es
contraria a la de Pablo… sino que su afirmación es complementaria. La justificación
que le preocupa a Santiago no es la aceptación original del creyente por parte
de Dios, sino que la vindicación subsecuente de su profesión de fe por medio de
su vida.[6]
Las
obras de que nos habla Santiago no son las obras legales, es decir el
cumplimiento de la Ley mosaica, sino las obras buenas de caridad. La fe sin las
obras es muerta, no porque las obras sean la causa de la vida de la fe, sino
porque manifiestan al exterior esa vida.[7]
2. La
justificación y la santificación para una restauración completa
Aunque el apóstol Pablo
en sus escritos enfatiza mucho la justificación por la fe de ninguna manera
desacredita la necesidad de las obras en la vida del creyente. El análisis de
sus escritos deja bien claro que del pecador redimido se espera frutos. Él
apóstol no dice que las obras son malas en sí y que el creyente no debe
esforzarse en hacer algo. El apóstol está en contra de la idea de hacer obras
para ganar la salvación.
En Efesios 2:10, él
dice que Dios preparo buenas obras de
antemano para que el creyente anduviera en ellas. Es decir Dios capacita y
ayuda al creyente en hacer buenas obras. En Col 1:10, el sigue diciendo: “agradando en todo, llevando fruto en toda
buena obra…
También Jesús dijo: para que los hombres vean vuestras buenas
obras y glorifiquen a Dios. (Mt 5:16)
La Biblia presenta claramente
que las obras tienen su lugar, son el fruto de la fe redentora. En otras
palabras la falta de frutos es signo de la falta de fe, en cambio la presencia
de frutos es muestra de una fe viva, verdadera.
La persona que ha comprendiendo correctamente la
salvación deseara como algo natural hacer buenas obras. Un creyente salvado por
la gracia llegara con el poder del Espíritu Santo a ser fructífero. Ellen White
lo expresa así: “Si bien es cierto que
nuestras diligentes actividades en sí mismas no aseguraran la salvación,
también es cierto que la fe que nos une a Cristo impulsará el alma a la
actividad.”[8]
Con respecto a la
justificación y la restauración del creyente el Comentario Bíblico Adventista
dice:
El propósito de
Dios no es sólo perdonar pecados pasados; su principal ideal es la restauración
del hombre, y ésta sólo se puede experimentar por medio de una fe incondicional
en Jesucristo. Por lo tanto, la
justificación no puede ser separada de sus frutos: las experiencias
transformadoras de la conversión, el nuevo nacimiento y el consiguiente
crecimiento en la santificación. La fe que gozosamente acepta cada fase del
programa divino para nuestra restauración y voluntariamente participa de ellas,
es la que ha aceptado plenamente la justicia que Cristo imparte inmerecidamente
en la justificación.[9]
Conclusión
El estudio de la Biblia,
deja bien claro que el creyente es justificado por Dios. Por la fe en Cristo al
pecador arrepentido se le imputa la justicia de Cristo. Por otro lado nadie
puede obtener la justificación mediante las buenas obras, es imposible para el
pecador ganarse la salvación por sus propios méritos.
A pesar de esto las
obras tienen su importancia en la vida del creyente. La gracia salvadora de
Cristo lo impulsa a la acción, a manifestar su fe a través de una vida
fructífera en buenas obras. Ya no como un medio para ganar favores sino como un
resultado de haber sido justificado (considerado sin culpa) por Dios.
El estudio de las
posiciones de Pablo y Santiago sobre la justificación muestra una armonía entre
los dos. En realidad Santiago quien probablemente conocía el pensamiento de
Pablo, lo está completando, para contrarrestar a aquellos que pretendían haber
sido justificados por la fe pero cuya vida mostraba una falta de frutos.
Al mismo tiempo hay que
rechazar también la idea dispensacionalista de que Pablo escribe para los
gentiles y Santiago para los judíos. La Biblia es una unidad y tiene un mismo autor,
el Espíritu Santo quien no se contradice. Pensar que Dios tiene dos maneras
diferentes de salvar; una para los judíos a través de la Ley y una para los
gentiles a través de la gracia es un error.
En vez de recurrir a
soluciones ingenuas es más sensato aceptar plenamente la posición bíblica de la
armonía entre la fe y las obras, la primera es la raíz de donde se nutre el
creyente y la segunda son los frutos de una vida bien arraigada en Cristo.
El comentarista Matthew
Henry, lo expresa muy bien cuando dice:
“Que
no somos salvos por obras sino para obras. En estas palabras, nuestra salvación
no puede depender de obras, pero está orientada hacia el bien obrar. La fe es
como la raíz de un árbol; las buenas obras son como los frutos del árbol. Lo que
da la vida, la savia, al árbol no es el fruto, sino la raíz; pero el árbol
manifiesta que está vivo y sano al dar buenos frutos”.[10]
La conclusión final de todo lo
expuesto en este trabajo son las palabras del apóstol Pablo, Por Él
estáis vosotros en Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría,
justificación, santificación y redención. 1Cor 1:30 (RVA)
[1] HARRISON, E. F. y et al., Diccionario
de Teología. Gran Rapids: Libros Desafíos, 1999, p. 344
[2] BADENAS,
Roberto. Más allá de la Ley. Madrid:
Safeliz, 2000, p. 203
[4] ROBERTSON, A.
T. Comentario al texto griego del Nuevo
Testamento. Barcelona: Clie, 2003, p. 643
[5] La Sagrada Escritura. Texto y comentario por profesores de la Compañía
de Jesús. Madrid: MCMLXVII, 1967, p. 212
[6] HARRISON, E. F. y et al., Op. cit., p. 345
[7] SALGUERO, José. Biblia Comentada. Profesores de Salamanca.
Madrid: Editorial Católica, 1965, p 55
[8] Comentarios de Ellen White. Comentario Biblico Adventista.
Buenos Aires: ACES, TOMO 7-A, 1994, pp. 1111
[9] NICHOL, Francis. y et al., Comentario Bíblico Adventista del séptimo
día; Boise, Idaho: PPPA, 1988, Tomo VI; pp.1120
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